Un encantador regreso a la jungla.
Tres cartas en el juego se presentan ante el espectador: un divertido director, una historia amada por muchos y un elenco vocal estrella. ¿Qué puede salir mal? En esta ocasión, por sorpresa, en realidad sólo quedaron pocas cosas mal.
El Libro de la Selva, la nueva adaptación de Jon Favreau sobre la novela de Rudyard Kipling, pudo haberse hecho como algo forzoso o un producto copia del clásico animado de Disney, donde un niño es criado en la selva por animales. Sin embargo, Favreau le inyecta nuevos elementos a la historia ya conocida, para hacer sentir esta historia como algo fresco, innovador e incluso original.
El primer gran acierto del filme es su aspecto real. El espectador no puede evitar sentirse dentro de la selva: las locaciones, las distintas especies, la mitología de los animales…todo ello ayuda al público a sentir la trama lo más real posible, como si este se embarcara en una expedición al Amazonas.
El segundo factor a favor del largometraje es, por supuesto, los increíbles personajes. Hay algunas nuevas caras en la Selva, mas estas le añaden dinamismo, además de profundidad, a la historia del salvaje Mowgli. Incluso los personajes ya conocidos manifiestan complejas relaciones con el simpático protagonista.
El Libro de la Selva, gracias a los momentos ya mencionados, se vuelve una gran película de aventura para chicos y grandes. No es soprendente el porqué de su éxito.